miércoles, 4 de noviembre de 2009

Todos tenemos algo de Lisbeth Salander



















La obra póstuma de Steig Larrson gravita todavía en mi mente como una de las mas entretenidas lecturas de los últimos años. Hace tres semanas que termine de leer el tercer tomo y ya extraño a Lisbeth Salander. Larrson, anarquista, anti – fascista, lector, defensor de los derechos de las mujeres es sin duda uno de esos autores que darán mucho que hablar en los próximos años, a pesar de su muerte.

Luego de masticar el libro por unos días, la lectura se volvió gula y el desespero entre saber que habían dos volúmenes mas y que luego de eso se acabaría la travesía, la lectura produce una gran cantidad de sensaciones. Los mejores libros son aquello que uno no quiere que se terminen.

La novela gótica ha sido transformada por Larsson. Hacer de Suecia un escenario tan variopinto, describir a cabalidad el clima como un personaje mas, hacer de la tortura y la corrupción una pareja asimilable y rapaz, y concentrar una serie de personajes femeninos y llevarlo a su máxima expresión son algunas de las otras contribuciones del autor.

¿Cómo catalogar la obra de Larrson en una biblioteca? Bajo Misterio y Suspenso, es un obra magnifica comparable con Dolye y su Sherlock Holmes. Bajo Literatura Negra la novela desafía los clásicos y se adentra en las comunidades virtuales, la libertad individual, los oscuros rincones de lo que es aceptado y rechazado por lo social. Bajo Feminismo es una obra suprema en contra de la violencia a la mujer, pero mas que eso, las mujeres son las heroínas de la novela y victoria en mano salen adelante.

Sorprende también que sea una obra sobre la amistad. La amistad entre dos personas totalmente diferentes. Una amistad del siglo XXI, llena de vacilaciones y miedos, ausencias y contradicciones, pero con todas las señalas de que somos en definitiva seres condenados a buscar a otros para poder subsistir en términos intelectuales, humanos y afectivos. La amistad tan subestimada en Europa, en la obra de Larrson adquiere otras dimensiones, otros matices, tan necesarios para humanizar lo que hoy muere en esas tierras frías.

Capitulo aparte merece el personaje de Lisbeth Salander. ¿Quién se iba a imaginar una heroína así? Internauta, anarquista, feminista, desasociada, producto social, boxeadora, multi –lingue, justiciera, rapaz, freak social, calculadora, etc. Salander no es una diosa, es simplemente ella. Todos tenemos o quisiéramos tener algo de Lisbeth Salander, aunque no quisiéramos ser ella. Su épica es la historia de miles de mujeres, y de miles de personajes que sufren el hecho de ser “diferentes” de ser juzgadas no solamente por su apariencia, sino por no ser “normal”. Todos tenemos un poco de Lisbeth Salander.

jueves, 17 de septiembre de 2009

La oposición silenciosa OTROVA GOMAS



















Llegó. La esperábamos con impaciencia desde hace tiempo. Hasta que repentinamente hizo acto de presencia mirando molesta por todos lados y por todos los rincones. Llegó con retraso, pero bien sentida, como debe ser, como ha ocurrido siempre y ocurrirá eternamente mientras existan pueblos y malos gobernantes. Al principio no se notaba porque ellas se gestan lentamente como es el dolor de patria. No fue convocada por nadie porque tiene la condición de la espontaneidad y lo natural. No la incitaron ni Obama, ni Colombia, ni los medios ni la llamada oposición golpista. Surgió por la fuerza de la ley de gravedad que le da su propio peso a todas las revueltas.

Es la oposición invisible. La que crece poco a poco pero al final inclina la balanza. La más peligrosa de las oposiciones, porque no se conoce su furia ni la fuerza con la que estallará el día en que emita los rugidos. Es hermoso ese brote cauteloso del comienzo. Impalpable, como los colores en la noche que luego estallan luminosos a la hora del amanecer. Una oposición que lleva malestar interno, el que pega duro y se absorbe sin poder gritar pero está cargado de rabia por tanto engaño y frustración. Es la de quienes durante un tiempo apoyaron o no criticaron al gobierno. La de gente simple decepcionada de tanto malestar histórico, la de millones de funcionarios, de militares, de pobres que tuvieron sueños, de utopistas que fabricaron castillos en las nubes, de miembros bajos del partido a los que corroe por dentro el horror de saber que pasarán estos días aciagos y ellos se sentirán culpables. Oposición que todavía conserva la quietud, porque al igual que los virus no muestra su presencia sino al momento de atacar.

Tenía que llegar por inevitable, porque el pueblo se cansó del masoquismo, se hartó de creer en increencias, de ver cómo se regala en otras tierras lo que nos hace falta. Por asco. Por repugnancia del absurdo de una comitiva de ciento cincuenta personas para conocer el mundo mientras no hay hospitales ni se les paga a los trabajadores. Por hastío de oír barbaridades y tener que respirar tantos embustes asfixiantes para justificar la traición a la patria que se le hizo a Venezuela.

Por eso, en este instante en que las bases del gobierno se están transmutando en barro, es bueno recordarles a los jefes supremos, a sus policías, a los seudo garantes de la ley, a esa inmensa masa de corruptos y oportunistas que les acompañan, que llegó la hora de asustarse, porque el aumento de la oposición silenciosa es la diana infalible que anuncia las tormentas. Miren hacia atrás e imaginen sus rostros pegados sobre el de los jerarcas de los regímenes fascistas, el de los jefes de todas las dictaduras y los gobiernos comunistas y de todos los que violaron la ley y abusaron del ser humano. Imagínense sentados en las mismas sillas de acusados escuchando las sentencias que les condenaban por los delitos cometidos.

jueves, 30 de julio de 2009

Paseando por una Librería del Sur

















Basta entrar a la librería del Teresa Carreño tomado por el gobierno hace poco mas de un año para darse cuenta en el país que vivimos. La otrora Librería de la Editorial MonteAvila, patrimonio de todos los venezolanos, ahora es una Librería del Sur, adscrita a algún ministerio del amor , en los términos mas orwellianos posibles.

En la sección de revistas ahora solo hay publicaciones oficialistas, todas con palabras del Newspeak de 1984: “burguesía decadente”, “oligarquía golpista” “los avances del socialismo del siglo XXI”. La librería, alguna vez protagonista de la libertad del pensamiento de nuestro país, ahora solo exhibe libros buenos y revolucionarios. Donde antes se leía cualquier autor de izquierda o derecha, donde la sección de poesía era quizás la mejor del país, y los libros de politología iban de un lado a otro, ahora lo que encontramos son fósiles teóricos y una producción nacional que verdaderamente da pena ajena.

¿Es que el chavismo no tiene intelectuales capaces de escribir algo medio decente? La mitad de los libros son de una isla llamada Cuba, donde parece que el tiempo se hubiera detenido en los años sesenta. Titulos que definen el Newspeak chavista y que poco tienen que ver con nuestras realidades y premuras. ¿Dónde estan los libros sobre pobreza? ¿Desarrollo Sostenible? ¿Delincuencia? ¿Estudio de la violencia?

Por supuesto hay decenas del libro sobre el comandante. Nuestro comandante. No el cubano. Decenas de libros de extranjeros y criollas que practican el jalabolismo estructural creyendo que escribir sobre el líder es garantía de acenso social, en el mas puro estilo meritocrático burgues.

Ya no hay sección de literatura universal. ¿eso que es? Hay algunos libros de Susan Sontag y sorprendentemente Henry James que parece que hubieran pasado la censura previa. ¿Henry James socialista? Ahora resulta que el escritor victoriano es un marxista estructuralista que analizaba críticamente las clases pudientes del imperio.

¿Escritores venezolanos? Solo los permitidos. ¿Ciencia? No hay. ¿Libros sobre la libertad de expresión? Tenemos una sección de libros sobre la complot mediático pero el más nuevo es del 2003. ¿Poesia? Revolucionaria.

“La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza.”

George Orwell

jueves, 23 de julio de 2009

Gobierno y oposición


RAMÓN PIÑANGO



El Gobierno avanza en la implantación de su proyecto socialista. La concepción del proyecto y la manera como se lleva a cabo debe avergonzar a los socialistas del mundo y preocupar a los chavistas sensatos. Torpemente, pero avanza. Si hace una década estábamos lejos de ser una sociedad justa, con igualdad de oportunidades, de instituciones sólidas y con una sana economía, hoy estamos mucho más lejos.

Lo que se había logrado construir hoy está casi destruido.

Como muestra que basten botones tan diferentes como el Metro de Caracas y la calidad de la enseñanza en las escuelas públicas que atienden a la población de menos ingresos. Pdvsa ha sido golpeada en lo esencial: su capacidad de producción. La situación económica está convirtiendo al país en una seca sabana que en cualquier momento coge candela por la protesta social.

A candela huele la inflación, el desabastecimiento, el cierre de empresas y la incapacidad del Gobierno para responder a las demandas de los trabajadores de las empresas del Estado.

A todas estas, el discurso gubernamental se aleja cada vez más de las necesidades de las mayorías. Hasta hace un tiempo, iniciativas como Barrio Adentro, Mercal o Pdval intentaban responder a demandas específicas de esa población.

De un tiempo para acá lo que se ofrece es ideología. La promesa de un socialismo justiciero al que algún día se llegará, y para que tal mensaje sea digerible se pide fe en la revolución y su líder. Las racionalizaciones abundan y hemos escuchado argumentos como el de la construcción del socialismo a partir de la escasez y el de la inseguridad personal como una mera "sensación" creada por los perversos medios de comunicación.

Por una u otra razón, todo gobierno miente. Eso no es alarmante. Alarmante es que se crea sus propias mentiras, sus inventos para justificar lo injustificable. De esa patología política sufre el régimen.

Se pregunta uno: ¿cómo habrá procesado la gente del Gobierno la protesta popular de Curiepe? Es probable que se hayan creído su propia invención de la guarimba promovida por el gobernador Capriles.

Mientras todo esto ocurre, la oposición trata de encontrar su camino. Sigue denunciando atropellos, violaciones de la Constitución y las leyes, y amenazas a la libertad de expresión. Alerta sobre la nueva legislación en educación, propiedad privada y elecciones.

Cosas muy graves se anuncian.

Hasta ahora, el país no ha respondido con contundencia a las amenazas. La búsqueda de un líder unificador parece ser el eje de las preocupaciones políticas del antichavismo. Al mismo tiempo, se desvanece en este sector la creencia en salidas electorales. Las advertencias que Súmate ha hecho sobre lo que viene en materia electoral no pueden ser ignoradas. Es más, el caso de Honduras ha perturbado unas cuantas almas republicanas.

Buena parte de la dirigencia de la oposición sigue sin dar señales de entender lo complejo que se ha vuelto el país. Con excepciones, es débil su penetración en los sectores populares. Todavía las clases dirigentes de gran peso en la Cuarta República no logran entender el mundo de los valores de estos sectores, sus expectativas, sus símbolos. No pareciera que la distancia social entre "incluidos" y "excluidos" haya disminuido, cosa que debe preocuparnos si ocurre un cambio político en el país. El acercamiento a los sectores populares puede ser decisivo. Eso fue lo más importante de la huelga de hambre de Ledezma: estaba allí con su gente.

Curiepe se alzó contra una arbitrariedad del Gobierno.

Que el Gobierno no se engañe creyendo que todo lo puede resolver a la fuerza, y que la oposición no se engañe con la ilusión de que Curiepe está en contra o a favor de alguien. Curiepe está con Curiepe.

viernes, 19 de junio de 2009

Paris 2004














Febrero del 2004


Hola A,

el domingo tuve una experiencia surreal...si si una de esos deja vu que nos dejan en honda contemplación y nos transportan a lugares mas felices. El fin de semana me escape a Paris, una de mis ciudades con las que tengo una relación de amor - odio. Odio hacia los parisinos, amor hacia algunos lugares de la ciudad. Busco allí despejarme de la soledad inherente de Waterloo, de la cotidianidad aplastante de lo rural. Paris es metrópoli y cultura urbana. Sabes como vivo de eso.

Total que llegue a Paris y me quede donde siempre, un pequeño estudio cerca de la Torre Eiffel, en donde tengo la ventaja de poder cocinar todas las maravillas que compro en los mercados. Así es el comunismo francés. Odio ser turista en una ciudad que ofrece la posibilidad de cocinar. Me levante temprano y salí al mercado al pocas cuadras del estudio y me puse a comprar todo los indispensable de la vida: pate, cebollín, cebolla, hongos de distintos tipos, pan fresco, cidra y vino, pescado, etc. Todo lo indispensable. Feliz como una lombriz llegue al estudio y deposite todos mis tesoros y pase a leer el PAIS como todos los domingos y a desayunar parte de mi botín.

Escuche entonces el mensaje, una voz que tenia 16 años que no escuchaba.

Era R, ninfa de otros tiempos y circunstancias, cuando mi timidez era frontal y mis capacidades eran limitadas. R vivía en Paris desde hace algún tiempo, divorciada con un hijo, había conseguido mi teléfono por una amiga común y deseaba verme. R pertenece a mi adolescencia. Es una de esas figuras que no se olvidan: hermosísima, sensible, elegante, estudiosa de todo lo galo. Así la recordaba yo. Pertenecía a aquel mundo del caribe que yo habitaba y me críe y era una amiga de libros y buen cine, tímida también, presente como alguien etéreo inalcanzable para mí en todos los sentidos. Era singularmente bella además de inteligente: mortal combinación. Total que me llama en Paris y tras recobrar el aliento , la llame y quedamos en que me fuera a su casa a actualizarnos.

No estaba nervioso. Ni siquiera anticipe el momento con euforia. Tal vez las casualidades, que los griegos llaman destino, tiene su asidero en los sentimientos y en las vueltas que da la vida. Tal vez todos tenemos historias con otros que no acaban nunca, que no tienen final, sino que son cadenas de sucesos no consecutivos que germinan con el destino. R pertenece a ese género de mi vida.

Llegue a la casa de R entre una llovizna tenue de domingo. Allí estaba ella idéntica cual flor de mayo. Seguía etérea, divina, con esos ojos y cabello negro que la distinguían. Seguía elegante y sensible, incapaz de pasar inadvertida por ningún lugar. Claro que era distinta a la amiga que tuve de 15 años. Los años se habían encargado de convertirla en una mujer con una ironía inteligente, ahora hablaba francés como nativa, tenía una tristeza en los ojos muy secreta, sus manos ahora eran mas delgadas, se reía de casi todo, y pertenecía definitivamente al mundo de los libros. Fue un feliz reencuentro con lo humano de la vida. Aquello que nos permite volver a mirarnos en el espejo e identificarnos. Fue como encontrar una parte de mi historia. Por supuesto que ella recordaba episodios que yo había borrado de mi mente y yo recordaba cosas de ella que ya tuvieron muy pensativa. Note que entre los dos buscábamos reubicar a los símbolos, actualizar los sentidos de la palabra.

Hablamos en Frances y en español. Tonterías, burguesías nuestras, ya que ninguno de los dos podía ocultar su caribe. Hablamos hasta más no poder. No de nuestras vidas o nuestras experiencias (que entre los dos hubieran llenados varios tomos) sino sobre libros, sobre poesía y sobretodo sobre comida. Hablamos lo que pareció horas, sumidos en la vergüenza de la ignorancia del otro. Te conozco pero no, has cambiado tanto que es como descubrir a otro ser dentro de la misma mascara. Sin embargo creo que conservábamos nuestras esencias, de cuando ella tenia 15 y 17. Me pregunto hoy cuales son esos valores y te los resumo intuitivamente: amor a los libros, sensibilidad, espíritus libres, deseos de viajar, curiosidad ilimitada.

Efectivamente todo eso lo teníamos a esa edad y aun lo conservábamos en la piel. Por lo menos estuvo presente ese día de lluvia en Paris. Los libros siempre fueron importantes, yo le regale las cartas al castor de Simone y para ella marco un momento definitivo. estudiaría letras me confeso ese día gracias a los libros que yo les daba. A mi me introdujo en tantos poetas sobretodo francesas. Todavía teníamos esa sensibilidad que nos permite hablar de los temas con una pinza de criterio asombrosa. Jamás hemos sido atrapados por los valores sociales, nuestros espíritus seguían siendo libres o por lo menos pretendían serlo. Habíamos desarrollado una capacidad asombrosa para viajar y no encontrarnos nunca...a pesar de que ahora estábamos en la ciudad Luz.

Nuestra curiosidad era el don mas profundo que compartíamos y que seguía en pie de lucha. Esa curiosidad a veces inútil que pretende cubrir todo el conocimiento procaz, científico, profano y, laico, religioso, obtuso y certero. Sobretodo también el conocimiento de supervivencia.

Tomamos mucho vino. Fue mas que un placer descubrir que conocía de vinos como si fueran viejos amigos. Hay vinos que simplemente son eso. Hablamos de Bolaño , Faulkner, de Proust, de Zola, de Paz. Hablamos de lo elegante de la comida Thai, lo delicado de la comida del Sud este de Francia, de las perfección de la arepas maracuchas.

Quizás te aburre todo este cuento y me encuentres menos acido de costumbre. Quizás te parece todo esto banal. Simplemente te quiero dejar claro el aire que se respiraba en la habitación, como el lenguaje consolida y reconstruye espacios y como habitamos en mundos que queremos que otros visiten.

Cuando me imagino la próxima vez que nos veamos, supongo que algo así sucederá, buscaremos redefinir el espacio y el tiempo. Ver que ha cambiado será una de las tareas.

Cuídate,

GGM
Paris 2004

PD. Feliz día tuviste ayer...me llegaron rumores de vino

martes, 14 de abril de 2009

El dictador














Me permito colocar en mi blog estas palabras de Fernando Mires, profesor de la Universidad Alemana de Oldenburg. Creo que es conveniente para que se utilice de lupa frente a lo que sucede al país. Las negritas son mias...

Fernando Mires

Domingo, 5 de abril de 2009


“Pero, ¡oh! ¡Dios mío! ¿Qué ocurre? Cómo llamar ese vicio tan horrible? ¿Acaso no es vergonzoso ver a tantas personas, no tan sólo obedecer sino arrastrarse? No son gobernados sino tiranizados (....) Soportar saqueos, asaltos y crueldades, no de un ejército, no de una horda descontrolada de bárbaros (....) sino únicamente de uno solo. No de un Hércules o de un Sansón sino de un único hombrecillo que ni siquiera ha husmeado una sola vez los campos de batalla” (Étienne de la Boétie “Sobre la Servidumbre Voluntaria”. 1553)

1. La ausencia de democracia no siempre es una dictadura. Podemos decir por ejemplo, que hay naciones que son más democráticas que otras sin que las que son menos democráticas dejen de serlo. La ausencia de democracia puede ser también el desgobierno o la anarquía. La dictadura en cambio, a diferencias de la anarquía, es una forma de gobierno que por definición niega a la democracia. Si la dictadura es una forma de gobierno que niega a la democracia, podemos afirmar que en toda democracia, aún en la más perfecta, existe la posibilidad de su negación. Conclusión pesimista que lleva necesariamente a una optimista, a saber: que en toda dictadura existe también la posibilidad de su negación: la posibilidad democrática. Sin embargo, no todas las dictaduras han surgido como negación de la democracia. En ese sentido hay que diferenciar entre las llamadas dictaduras de origen -que son las que emergen de situaciones no democráticas- y las dictaduras de ocasión -que son las que han surgido del quiebre de una democracia-. Los gobiernos que siguieron al hecho independista latinoamericano fueron, por ejemplo, dictaduras de origen. En cierto modo se acercaban a la noción romana original de “dictatura” que definía a la institución o persona encargada de dictar leyes donde no las había. Las dictaduras de ocasión –independientemente a cuanto dure esa ocasión- son las que imperan en nuestros tiempos, tiempos caracterizados por la hegemonía de la idea de la democracia por sobre la de la dictadura. En ese punto no hay duda: la “invención democrática” (Claude Lefort) ha sido hecha suya -ya sea como realidad, ya sea como ideal- por la mayoría de las naciones de la tierra. La democracia avanza sobre el planeta, pero de modo zigzagueante, hecho que ha creado un consenso internacional que más o menos dice así: las dictaduras pueden ser transitoriamente soportadas pero no aceptadas. Razón que explica por qué ningún dictador contemporáneo se designa a sí mismo como dictador. Todas las dictaduras de la tierra, en una tierra cada vez más democrática, quieren aparecer vestidas con ropa democrática. Más aún: quieren ser reconocidas como democráticas e, incluso, como una forma superior de democracia.

2. Las dictaduras emergen allí donde no hay, o dónde se quiebran las democracias. Las democracias, a su vez, pueden ser caracterizadas como formas de gobierno que resultan de elecciones libres y secretas a las que concurren partidos políticos, formas erigidas sobre la base del respeto a la constitución, a los derechos humanos y a la independencia de los poderes públicos. La democracia es, por lo tanto, una forma política y no social de organización. La dictadura como forma de gobierno opuesta a la democracia supone la negación de las elecciones libres y secretas, la interdicción de los partidos políticos, la subordinación de la constitución a la voluntad del dictador, la violación sistemática de los derechos humanos, y la negación radical de la división de los poderes públicos. A esas características hay que agregar otras dos: su estructura militar y militarista y el ejercicio personal y personalista del poder: no hay dictadura sin un dictador. Naturalmente, no todas esas condiciones se dan en cada dictadura. Cuando se dan todas, hablamos de dictaduras totales. Pero en la mayoría de los casos las dictaduras de nuestro tiempo no son totales (como sí son las de Corea del Norte, Cuba o Sudán), sino parciales. Si fueran totales, la lucha nacional en contra de las dictaduras sería casi imposible y ellas sólo podrán ser derribadas, como ocurrió con la dictadura nazi, por medio de la acción de fuerzas externas. Sin embargo, el ideal supremo de todo dictador es alcanzar el estadio de la dictadura total. El avance de las fuerzas democráticas a nivel mundial, la estandarizació n de los modos republicanos de comunicación política y la llamada globalización, que no sólo es económica sino también política y cultural, son razones que inciden en la formación de dictaduras parciales. De más está decir que uno de los objetivos más elementales de toda oposición antidictatorial es impedir que una dictadura parcial se convierta en total. Ese es, por lo demás, el punto de partida de toda lucha antidictatorial. Las dictaduras, y no sólo las de nuestros días, se sirven de algunas formas democráticas, hecho que utilizan los dictadores para legitimar su poder, sobre todo hacia el exterior. En algunos casos toleran la emergencia de sectores opositores a los que, cuando ya no pueden eliminar, los acosan para encerrarlos en cercos que no deben traspasar. Es el caso, por ejemplo de la dictadura de Zimbawe, o también, de la iraní y de la bielorusa. En otros casos, toleran ciertos espacios de prensa libre a la que someten a constantes presiones, extorsiones y amenazas. Hay, por supuesto, distintos tipos de dictadura y los textos de teoría política son muy pródigos en clasificaciones. Dichos textos nos hablan de dictaduras cesaristas, bonapartistas, populistas, sultanistas, fascistas, comunistas, etc. No obstante, más allá de tipologías académicas, interesa constatar aquí que toda dictadura está caracterizada por tres rasgos fundamentales: la existencia de un dictador, la concentración de los poderes públicos en la persona del dictador, y la militarizació n del poder político. Eso lleva a concluir que toda dictadura, más allá de las formas que las caracterizan y de los hechos que las originaron, no pueden prescindir de esos tres rasgos fundamentales.

3. Llamará quizás la atención que entre los rasgos fundamentales de cada dictadura no aparezca el tema de la supresión de las elecciones. No se trata, sin embargo, de una omisión. Hay en efecto, dictaduras electorales, y en nuestro tiempo, las hay de modo creciente. Las dictaduras antielectorales resultan casi siempre de golpes de estados o de tomas violentas del poder estatal. Fue el caso de Franco, de Sadam Hussein, de los Castro, entre otras. Hay sin embargo dictaduras que provienen de elecciones. El caso más conocido fue el de la dictadura de Hitler. Fue el mismo Hitler quien inició una costumbre dictatorial que ha hecho escuela: la de legitimar su poder mediante plebiscitos. En nuestros días, tanto Lucasenko como Mugabe recurren al mismo expediente. Milosovic en Serbia también hacía elecciones. En Irán hay elecciones regulares, aunque el poder central lo ocupan las castas sacerdotales. Pinochet y los dictadores militares uruguayos intentaban consolidar su poder mediante plebiscitos. Muchos dictadores no sólo recurren a las elecciones. Además, abusan de ellas. Hay incluso regímenes dictatoriales donde hay más elecciones que en regímenes democráticos. En este sentido puede decirse que algunos dictadores han comprendido que mediante la perversión del sistema electoral pueden tener lugar avances más expeditos hacia el poder que mediante su supresión. Ello implica por cierto, correr el riesgo de perder alguna vez. Hay por supuesto dictadores que no quieren arriesgar nada. Fue, por ejemplo, muy conocida la receta de Francisco Franco para mantenerse largo tiempo en el poder: “no hay que meterse en política”- dijo. La receta la siguió a pies juntillas ese hijo de gallego que fue Fidel Castro. Ambos suprimieron radicalmente a la política, incluyendo a las elecciones. En nuestro tiempo, en cambio, ha aumentado el número de dictadores que no suprimen algunas prácticas políticas, incluyendo a la más política de todas, que son las elecciones. Pero sí convierten, o intentan convertir a las elecciones en un medio de acumulación de poder. Lo que ellos llevan a cabo, y sistemáticamente, es un envilecimiento de los procesos electorales. El envilecimiento de las elecciones no resulta siempre de la falsificación de los escrutinios, aunque hay que contar que bajo gobiernos militares lo más probable es que existan esas falsificaciones. El envilecimiento electoral opera, además, por otros métodos. Uno, el más preferido de nuestro tiempo, deviene de la monopolizació n de los medios de comunicación, sobre todo de la televisión. Suele suceder en el caso de las dictaduras electoralistas, que el dictador se apropie de los canales televisivos estatales y extorsione a los privados para llevar a cabo verdaderos bombardeos publicitarios. De este modo, el dictador, como ocurría en la novela de Orwell, se convierte en el Gran Hermano que invade las esferas más íntimas de la vida de cada familia. Así como Mussolini y Hitler eran dictadores radiales, los dictadores del siglo veintiuno son dictadores televisivos. Hay algunos que pasan más tiempo en la pantalla que en su oficina de trabajo. Desde la televisión gobiernan, suponiendo que gobiernen, pues a la mayoría de los dictadores no les interesa gobernar sino sólo aumentar sus cuotas de poder. Pero el abuso electoralista no se limita a los medios de comunicación. Si se trata de ganar elecciones o plebiscitos, los dictadores electoralistas ponen todos los servicios y dependencias del Estado, más los dineros recaudados, al servicio de la elección. De este modo los ministerios, las oficinas públicas y gubernamentales, se convierten en locales de agitación y propaganda electoral. De más está decir que los empleados públicos son sometidos a una intensa presión. Si no votan por el dictador, se les dice, perderán sus puestos de trabajo. Efectivamente, hay que ponerse en el lugar de un empleado público de quien depende la alimentación de una familia, antes de juzgarlo. Por más secreto que sea el voto, siempre pensará él que el dictador, tarde o temprano, se enterará por quién él votó. Al fin, más vale la pena acatar y no correr ningún riesgo. Algunos, a fin de aliviar sus conciencias, terminarán engañándose a sí mismos, afirmando que votan por convicción. Por lo demás, el dictador es muy generoso con quienes lo apoyan. Tal generosidad se extiende en periodos electorales hacia los sectores más pobres de la población. En esos momentos el dictador se vuelve extremadamente dadivoso. Entonces aparecen los obsequios, los aumentos de sueldo, las donaciones, las neveras, los aparatos televisores, los aguinaldos, etc. Por cierto, hay gobiernos democráticos que suelen usar métodos parecidos, pero jamás con la descarada amplitud que ostentan los dictadores electoralistas de nuestro tiempo. Por último, si todo eso no bastara, todavía queda la alternativa de la intimidación. En periodos electorales los dictadores se vuelven extremadamente agresivos con quienes osan adversarlos. Las amenazas, los insultos, las extorsiones, se convierten en el pan de cada día. Durante esos periodos, aparecen por todos lados supuestas conspiraciones (todas ficticias, por supuesto), intentos de magnicidios (cuyos gestores nunca aparecen por ningún lado), amenazas de invasiones de países extranjeros, peligros de guerra con naciones vecinas. Las calles se llenan de comandos y piquetes pro-dictatoriales. En fin, el dictador logra crear un clima de miedo, incluso de terror, hecho que obliga a muchos de sus potenciales adversarios a no concurrir a las urnas, y si lo hacen, van tan atemorizados, que terminan votando a favor del dictador. Por si fuera poco, el dictador ordena a sus esbirros judiciales proscribir las candidaturas de los adversarios que estén en condiciones de lograr altas votaciones. Esa es una de las muchas razones que explican por qué no hay profesión más inmoral y degradante que la de un juez de una dictadura. El método de las “inhabilitaciones” judiciales inventado por Mussolini y reinventado por la teocracia persa, ha hecho escuela en Bielorusia y en Rusia. Y en otras lugares también. No hay que olvidar que casi todos los dictadores son militares, y cuando realizan elecciones las ven como campos de batalla en donde es necesario vencer recurriendo a todos los medios posibles. Así se explica como los dictadores más audaces logran revertir encuestas y resultados. Muchas veces ni siquiera requieren falsificar escrutinios. Las elecciones mismas son, bajo esas circunstancias, una falsificación. La democracia, que vive de las elecciones, se convierte así en un simulacro de sí misma. Tiene lugar, mediante el forzamiento de elecciones, muchas veces innecesarias, una degradación paulatina de la vida ciudadana. Algunos opositores terminan dudando de la vía electoral, sin tener otra que recorrer. Un sentimiento de apatía y frustración se apodera de las conciencias políticas. Si eso ocurre, el dictador ha logrado un objetivo adicional: destruir por medios políticos los cimientos morales de una nación. La democracia se convierte, bajo esas condiciones, en el escenario de una serie de rituales destinados a cementar la autoridad del dictador. Los opositores esclarecidos, sin embargo, se esforzarán en mantener vivo el ideal democrático pues saben que toda dictadura tiene plazos históricos. Y, además saben que más temprano que tarde, los medios políticos de los que usa y abusa la dictadura, se volverán en contra del propio dictador. Así ha ocurrido en muchos países. Importante en este caso es no caer en la trampa del dictador. En efecto: el dictador intenta convencer a todo el mundo que la suya no es dictadura ya que realiza elecciones. Pero la democracia –eso lo sabemos todos- es algo mucho más profundo que la realización periódica y ritual de elecciones. La democracia, además de una forma de gobierno, es un modo de vida, y como tal, hay que realizarlo día a día, resistiendo a todo aquello que atenta en contra de la libertad humana. Sólo a partir de esa resistencia cotidiana será alguna vez posible vencer al tirano en su propio terreno: el electoral. Así ha ocurrido al menos en algunos países sudamericanos. Un ciudadano político no debe renunciar jamás a las elecciones, por más prostituidas que ellas se encuentren. Pero tampoco debe seguir el ejemplo del dictador e imaginar que la única actividad política posible es votar cada vez que al dictador se le ocurra. No obstante, tampoco hay que olvidar que independientemente a los medios que utilizan para vencer en las elecciones y plebiscitos, la mayoría de los dictadores han sido gobernantes populares. En verdad, no hay ninguna razón que lleve a pensar que el ser humano es por naturaleza democrático. Mucho menos debemos pensar que siempre la libertad es el bien más preciado por las grandes mayorías. No hay dictador, en efecto, que no haya contado alguna vez con grandes bases de apoyo, incluyendo el de los sectores más empobrecidos. Eso significa que si bien no hay dictaduras que no sean militares, ninguna se sustenta sólo sobre bayonetas. Particularmente en América Latina, la combinación entre militarismo y populismo ha sido muy productiva para las dictaduras. Incluso muchos dictadores han sido grandes tribunos de masas.

4. La condición política no es natural sino adquirida. Llegar a ser ciudadano autónomo implica someterse a un largo proceso de aprendizaje. Vivir en una democracia no es por lo tanto fácil ya que implica aceptar posiciones contrarias y convivir con ellas; nos gusten o no. Conocer los límites que separan el mundo privado del político, tampoco es fácil. A muchos resulta más cómodo delegar su responsabilidad ciudadana que asumirla. Hay incluso quienes no soportan la posibilidad de ser libres, y la política se convierte para ellos en un espacio de regresión a las etapas más infantiles, cuando había siempre alguien que decidía por nosotros. Los dictadores, no sé cómo y por qué, tienen ese sexto sentido que les permite captar las debilidades humanas y, lo que es peor: abusar de ellas. Existe, como escribió en 1553 Étienne de la Boétie (“Sobre la Servidumbre Voluntaria”) una tendencia casi natural a la “servidumbre”. La idea fue retomada por Hegel, quien descubrió que los impulsos que llevan al siervo a subordinarse a su amo no están basadas en la pura violencia. Freud, a su vez, descubrió que en cada ser humano existen tendencias que lo llevan, en un sentido individual, a regresar a la infancia perdida, y en un sentido colectivo, a la barbarie, al salvajismo y a la horda, o como diría Elías Canetti: hacia el “magma originario” Asumir la condición política presupone, en todo caso, haber dejado atrás la etapa de la barbarie. Noción profundamente helénica que retomó en el siglo XlX Domingo Faustino Sarmiento en su siempre incomprendido libro “Civilización y Barbarie”. En esa obra Sarmiento no identificaba a la barbarie con “los pobres”, como dicen sus malos críticos, sino a las masas apolíticas que seguían a caudillos militares, como al sangriento dictador Juan Manuel de Rosas. En ese contexto, Sarmiento recurría a la noción griega de barbarie. Eso significa que la barbarie aludía, según los griegos, a aquellos sectores que, viviendo en un mundo político, no habían alcanzado la condición política. En ese sentido es posible ser millonario y bárbaro a la vez, pues la condición política no tiene nada que ver con la condición social. Dicho a la inversa: se puede ser muy pobre y asumir derechos y obligaciones ciudadanas con integridad y decencia. Luego, la barbarie no está en el pueblo dado que el pueblo es una noción política. La barbarie aparece cuando el pueblo es convertido en populacho, el populacho es convertido en masa y la masa es convertida en tropa. No sin razón, el primer presidente populista chileno, Arturo Alessandri, se dirigía a sus seguidores con el calificativo de “mi querida chusma”. La “chusma” es a su vez el término que usó Hannah Arednt (Mob) para referirse a aquellos sectores sociales que se convirtieron en masa electoral del totalitarismo fascista. Ahora bien, dentro de las múltiples contradicciones que asolan a América Latina, la de “civilización y barbarie” no es una de las menos importantes. En condición bárbara viven por ejemplo amplios sectores que si bien pueden estar integrados social y económicamente en la modernidad, no lo están políticamente. Para la gran mayoría de ellos, incluyendo a ciertos intelectuales, la política se reduce a una pura “cuestión” social. La lucha por las libertades les es completamente ajena, e incluso, les resulta superflua. En algunos países islámicos, que no son por cierto los más democráticos de la tierra, el concepto de “libertad” ni siquiera existe en el vocabulario político. Ese concepto es - como captó muy bien Bernard Lewis - reemplazado por el de “justicia”. Lo mismo ocurre en diversas zonas latinoamericanas. No fue casualidad que en el país de Sarmiento, el partido peronista no se hubiera llamado “partido demócrata”, o “socialista”, o “nacionalista”, sino que “partido justicialista”. Como es fácil deducir, la “justicia” alude a un tema social, pero no político. La política, en cambio, pone su centro en la lucha por la libertad. Más aún: desde el punto de vista político, no puede haber justicia sin libertad. El ideal de la barbarie política en cambio, no es la democracia sino la justicia social. El presidente, para los bárbaros sociales, no es un mandatario sino un “mandamás”, un caudillo, un “hombre fuerte”, en fin: “un justiciero”. Y casi siempre: un militar. La barbarie dictatorial presupone la desarticulación de las asociaciones horizontales que marcan el espacio social de una nación incluyendo en ellas, las de “clase”. No deja de ser sintomático que todas las dictaduras, tanto las que se dicen de derecha, como de izquierda, atacan con saña a las organizaciones obreras, sobre todo a los sindicatos independientes. Las que se dicen de derecha proscriben a los sindicatos. Las que se dicen de izquierda los suprimen, estatizándolos, y por si fuera poco, en nombre del socialismo. En muchas ocasiones, el dilema civilización- barbarie asume la forma de contradicción entre las ciudades y el campo. Pero –cuidado- no es lo mismo. Hay países en donde el mundo agrario se ha incorporado de lleno a los procesos modernizadores, y los campesinos se organizan en sindicatos independientes. Hay otros países en cambio, en donde prevalecen condiciones decimonónicas. En tales países, los dictadores, y quienes quieren serlo -como es el caso de Ollanta Humala en Perú- obtienen gran parte de su apoyo social en las regiones rurales culturalmente más atrasadas, regiones en donde todavía imperan relaciones patronales y caudillescas. Para las masas agrarias de muchos países, el Presidente es la reencarnación de “Buen Patrón” o, como llamaron a Trujillo: un gran “Benefactor”. No obstante, hay que consignar que la condición ciudadana no es demográfica. Hay muchos habitantes de las ciudades que tampoco asumen una condición ciudadana. Son los bárbaros urbanos. Si no existieran, ni en el campo ni en la ciudad habrían dictadores. Porque, a fin de cuentas, la dictadura es la barbarie hecha poder: el fin de la polis: el lugar donde desaparece la polí-tica y aparece la poli-cía. Así como según Hannah Arendt el totalitarismo europeo, en sus dos formas principales, la comunista y la fascista, surgió de la, por ella llamada, alianza entre “la chusma” y determinadas elites, las dictaduras latinoamericanas han emergido de la alianza entre masas culturalmente desintegradas y fracciones militares. A la cabeza de esa alianza se encuentra el dictador. Eso significa que el dictador latinoamericano casi nunca ha sido un personaje socialmente aislado. Por el contrario: bajo determinadas condiciones, la barbarie puede llegar a ser mayoría nacional.

5. El dictador suele dominar muy bien el idioma de la barbarie puesto que tanto por su condición cultural como por su condición militar es, el mismo, un bárbaro. Así se explica que el proyecto de cada dictador es destruir las relaciones políticas que reglan la vida de cada nación, imponiendo su cultura, que no es otra que la militar. El ideal de cada dictador no es la vida política sino la vida cuartelera. La sociedad es para él un gran cuartel y el dictador imagina ser su Gran Comandante. Así se explica que su lenguaje sea siempre militarista. Su proyecto final, que es el de militarizar a la nación, comienza con la militarizació n de sus propias huestes, y eso pasa por la conversión de las masas en tropas. La tropa más que la masa corresponde con el ideal del cuartelero convertido en dictador. Del mismo modo como la tropa militar, la tropa social de los dictadores no debe ser deliberativa. Por el contrario: la llamadas masas son integradas de modo vertical al Estado. No hay dictadura que no haya estatizado a los movimientos sociales que las apoyan. Dichas masas no deben pensar: sólo actuar. Las ordenes les vienen siempre de las más altas cúpulas, y en la más alta se encuentra el dictador rodeado de familiares y amigos íntimos. Es por eso que la mayoría de los dictadores intentan organizar a las masas en un partido único, permitiéndose en algunos casos la existencia de pequeños satélites que giran en torno a la maquina partidaria estatal. Pero el partido único no es un partido en el sentido político del término. Partido viene de “parte”, y el partido único del dictador no es parte de nada puesto que su destino es representar al todo. El todo es, por supuesto, el dictador. A diferencia de los partidos políticos democráticos que giran en torno al Estado, el partido dictatorial es organizado desde el Estado. En su primera fase es un partido constituido por empleados públicos y militares. En una segunda fase, el partido integra y succiona a las organizaciones de masas, dándoles un carácter para-estatal. En una tercera fase, el partido dictatorial organiza a las masas como si fueran tropas, y en un sentido estrictamente militar. Esa es la razón por la cual el dictador tiene especial cuidado de que los cuadros dirigentes no sean políticos sino militares, o personas de extracción militar. Comandos, batallones, pelotones, son los nombres que designan a las diferentes unidades partidarias de masas. La masa, el partido y el dictador, se confunden así en una nada de santísima, pero sí, diabólica trinidad. El Partido es el espíritu maligno que une a la masa con el dictador quien a la vez habla en nombre de la masa, del partido, y por supuesto, de sí mismo. A la vez ese “sí mismo” es el Estado: el Estado del dictador, quien a la vez se encuentra por sobre el Estado, y por cierto, por sobre la Constitución. Si por alguna razón la Constitución no concuerda con la voz del dictador, la Constitución, aunque haya sido procreada por el propio dictador, será modificada, y si no, violada. No hay dictador que no haya establecido una relación incestuosa con su propia Constitución. Al fin y al cabo, durante el periodo de un estado excepción, la Constitución es suspendida. ¿Y qué es una dictadura si no un estado de excepción permanente? (valga la paradoja). Más aún: es la nación en estado de sitio: la nación sitiada por su propio Estado.

6. No es hecho casual que si bien los dictadores fundan un partido para realizar sus deseos personales, mantengan un discurso en contra de los partidos. En realidad, no hay nada más fácil y cómodo que criticar a los partidos políticos. Por una parte, al ser públicos, sus militantes y dirigentes están expuestos a la observación cotidiana. Por otra parte, por el sólo hecho de existir, los partidos se convierten en el blanco preferido de las críticas públicas. En periodos de crisis, asoma muy fuerte la crítica a la corrupción, la que, por cierto, es más visible en los partidos políticos que en otras instituciones públicas. Desde luego, hay profesionales políticos corruptos. Pero no hay más ni menos que en otras profesiones, incluyendo la militar. Ahora, sobre la base de la crítica a los partidos, han surgido todas las dictaduras desde que hay partidos. El antipartidismo es la ideología originaria de cada dictadura. Tanto Castro como Pinochet -los dictadores latinoamericanos más emblemáticos del siglo XX- intentaron legitimar, y con éxito, sus presencias ilegítimas en el poder, sobre la base de la crítica a los partidos. Aquello que resulta inexplicable es que en diversas ocasiones la crítica a los partidos es compartida por sectores antidictatoriales, olvidando sus representantes que fue esa crítica la que ayudó a llevar a los dictadores al poder. Más allá del hecho de que no hay democracia sin partidos políticos, los partidos políticos están llamados a cumplir funciones insustituibles, aún bajo una dictadura. Aunque no sean los partidos las organizaciones que lleven al derribamiento de las dictaduras (generalmente no lo son), sí serán las organizaciones que se encargarán de negociar con las disidencias internas de la dictadura, las que tarde o temprano aparecerán. Además, los partidos son las organizaciones más adecuadas para hacerse cargo de los complejos periodos que llevan al tránsito de la dictadura a la democracia. Por último, son los partidos las instituciones que deben abrir un flanco para que en la política post-dictatorial, el partido que representó a la dictadura pueda seguir existiendo, no ya como partido-estado, sino como un simple partido parlamentario; uno más entre otros. Porque la otra alternativa es perseguirlos y prohibirlos. Pero estamos hablando de una democracia; no de otra dictadura. Y la democracia es para todos: incluyendo a sus enemigos. Por eso el dictador impugna a los partidos o, como decía Pinochet: “a los señores políticos”. La explicación es obvia: los partidos representan la posibilidad de una transición: un mañana democrático. Ese “mañana” es lo que más teme el dictador. Y tiene razón: ese “mañana” será el día de su muerte política. Así se entiende el odio que sienten todos los dictadores frente a la política. Por eso intentan destruirla. Y a veces –ay- lo logran.

7. La destrucción de la política comienza donde aparece su militarización. La militarización a su vez emerge cuando aparece un enemigo que supuestamente amenaza la integridad de la nación. Ese es el momento en que la política retrocede y da lugar al estado de guerra que es, casi por definición, excepcional. Luego la dictadura no es sólo militar sino, por lo mismo, es bélica. En cierto modo toda dictadura es una declaración de guerra del Estado a la nación políticamente constituida. No obstante, eso no lo puede decir públicamente ningún dictador. De ahí que el dictador legitime su dictadura como el resultado de una misión histórica que sólo él y nadie más que él puede cumplir. La misión a cumplir es la lucha en contra de un gran enemigo “histórico”. Mas, no se trata de cualquier enemigo. El enemigo del dictador ha de ser un enemigo omnipresente que mientras más omnipresente sea, más necesaria será la dictadura. Por cierto, en la lucha política también hay enemigos. Pero los enemigos políticos, a diferencia de los enemigos del dictador, son enemigos reales, visibles, tangibles. El enemigo de la dictadura, en cambio, debe ser un enemigo meta-real y meta-histórico y por cierto, imposible de ser vencido en cortos plazos. El enemigo debe existir ojalá para siempre. Así, la dictadura se perpetuará en el cumplimiento de su histórica misión. Para Pinochet, por ejemplo, el enemigo meta-histórico era el socialismo. La misión que debía cumplir sobre la tierra era la erradicación del socialismo y por cierto, de sus ideólogos, los llamados marxistas. Pero los marxistas para Pinochet no sólo eran los marxistas. Además eran todos los que alguna vez se pronunciaban en contra de su dictadura. En un momento dado, marxistas eran para Pinochet las monjas y el Papa, los partidos de centro y el propio presidente Carter. Lo mismo sucedió con Fidel Castro, aunque en un sentido inverso. La misión histórica de Castro fue definida por el mismo: luchar en contra del capitalismo y sus máximos representantes: los EE UU. Como obviamente nunca Cuba logrará derrotar al capitalismo mundial, a pesar de la gran cantidad de vidas cubanas inmoladas en tan absurda misión, la necesidad histórica de la dictadura puede proyectarse hasta el infinito. Hoy han aparecido nuevas dictaduras militares en el planeta. Todas quieren cumplir una gran misión. La misión histórica que se han autoasignado muchas de ellas es la de derrotar al “imperio”, construcción ideológica muy adecuada para legitimar la existencia de la dictadura y que, además, sirve para todo. Sobre todo sirve para liquidar a sus enemigos internos, los que son presentados como agentes del exterior, vendepatrias, lacayos del imperio y otras exquisiteces parecidas. Es importante, por lo tanto, no confundir a las dictaduras con sus ideologías. En ese sentido hay que tener en cuenta que lo que más interesa a cada dictador es conservar y aumentar su poder y en el cumplimiento de ese objetivo, cualquiera ideología, hasta la más estrambótica, puede ser utilizada. Por cierto, la lucha política es y será siempre lucha por el poder. En ese punto todos los filósofos políticos -desde Hobbes y Maquiavelo, hasta Weber, Schmitt y Arendt- están de acuerdo. Pero, a diferencias de la lucha política en donde el poder es un medio para la realización de un objetivo, bajo una dictadura el poder es un objetivo ante el cual han de ser subordinados todos los medios. Las ideologías de las dictaduras son también medios subordinados a aquel objetivo casi animal que se trazan todos los dictadores de la tierra: el poder por el poder y nada más que por el poder. Luego es ocioso tratar de polemizar ideológicamente con una dictadura y sus representantes, trampa en la que tienden a caer con frecuencia los intelectuales democráticos. Por lo demás, quienes menos toman en serio sus ideologías son los propios dictadores. Los dictadores sólo se sirven de las ideologías cuando son funcionales al poder y jamás pondrán el poder al servicio de una ideología. Las dictaduras comunistas se designaban por ejemplo, como marxistas, y las anticomunistas, como cristianas. Pero el marxismo de las dictaduras comunistas tenía tanto que ver con Marx como el cristianismo de Franco y Pinochet con Cristo. El marxismo, las religiones, las ideas en general, han sido convertidas por las dictaduras en ideologías ocasionales al servicio de sus objetivos de poder. En gran medida los dictadores son grandes ladrones de ideologías. Sobre todo las dictaduras fascistas y fascistoides han sido expertas en prácticas ideológicas latrocinias. Hitler, por ejemplo, robaba de todas partes: del socialismo, del nacionalismo, de la filosofía clásica alemana, de la biología darwinista, etc. Los dictadores latinoamericanos, desde Perón hacia adelante, han seguido el mismo ejemplo. Han habido algunos que son capaces de citar a Gramsci, Trotsky y Jesús en una sola frase. Tampoco hay, por lo tanto –y éste es un punto que conviene dejar muy en claro- dictaduras de derecha o de izquierda. Denominar como de izquierda o de derecha a una dictadura es de por sí un absurdo, sobre todo si consideramos que tanto izquierda como derecha son nociones que sólo adquieren lógica y sentido en el marco de una práctica parlamentaria y democrática, donde izquierda, centro y derecha disputan entre sí, pero a la vez comparten el mismo espacio político. Hay sí, dictadores que roban ideas de izquierda e ideas de derecha, pero quien confunde el sentido de una dictadura con lo que una dictadura piensa de sí misma, no entiende nada de dictaduras. Izquierda y derecha son conceptos democráticos y sobre todo políticos. Una dictadura, en cambio, se erige sobre la destrucción de la política.

8. Como la política es simbólica, la destrucción de la política debe ser realizada mediante la destrucción de sus símbolos. Y el símbolo de todo símbolo es el lenguaje. Así se explica por qué todos los dictadores sin excepción, se esfuerzan en destruir el lenguaje político. No es cosa de azar que la mayoría de los dictadores utilicen un lenguaje soez, cargado de odios y agravios, en fin, de barbarismos. Tarea que no les cuesta mucho esfuerzo pues en la gran mayoría de los casos son los dictadores personas sin mucha educación. Además, se muestran orgullosos de no tenerla. En general los dictadores son personajes groseros e ignorantes. De los dictadores latinoamericanos Fidel Castro es quizás el único que ha pasado por una universidad. Si de ahí algo aprendió, aparte de disparar, no estoy muy seguro. A través del empleo de un lenguaje antipolítico, el dictador imagina que él habla como habla el pueblo, lo que no es tan cierto. La mayoría de los miembros de los sectores populares, sobre todo los obreros, tienen un buen uso del lenguaje pues saben que sólo a través del lenguaje pueden articular sus intereses sociales. El lenguaje violento del dictador corresponde más bien con el que utiliza el hampa, las mafias y los delincuentes. No es la suya palabra de los pobres, sino que la de sectores socialmente desintegrados entre quienes se impone la ley del más fuerte. Y el más fuerte en esos submundos es siempre el más astuto y el más brutal. No obstante, la destrucción de la política por medio de la destrucción del lenguaje político, cumple una función objetiva que el dictador –animal de poder- capta muy bien. Mediante el insulto y el agravio, se borran los límites entre los enemigos y los adversarios, distinción que es consustancial a toda práctica política. El arte de la política consiste en convertir a los enemigos en adversarios. El arte del dictador consiste en convertir a los adversarios en enemigos. Ya que la dictadura es una institución bélica, no hay lugar para los adversarios políticos. De este modo el dictador traza una línea horizontal a lo largo de la nación: “quienes no están conmigo, son mis enemigos”. Así se explica por qué el dictador trata a todos sus adversarios como enemigos de guerra a los que hay que enjuiciar y si los medios se tienen: ajusticiar. Suele ocurrir que amenacen, persigan, torturen y hasta asesinen a los políticos más democráticos, y no a los más radicales, lo que no debe extrañar porque la democracia y no el radicalismo político es la realidad que más amenaza a las dictaduras. Muchas veces, en su locura antidemocrática, los dictadores terminan convirtiendo a los líderes perseguidos, encarcelados y asesinados, en símbolos de la resistencia política nacional. Así ocurrió con el asesinado Padre Jerzy Popiluschko en la Polonia comunista. Así ocurrió con el asesinato de Benigno Aquino durante la dictadura de Ferdinand Marcos en Filipina. Así ocurrió con el encarcelamiento de Hubert Matos en la Cuba de los Castro. Así ocurrió con el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero en El Salvador. Así ocurrió con el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro en la Nicaragua somozista. Y así ocurre hoy con Ernesto Cardenal, perseguido y acosado en la Nicaragua orteguista. Imponiendo la lógica de la guerra interna el dictador, además, concita el apoyo irrestricto de los estamentos militares quienes ocupan gran parte de las instituciones sociales y públicas. La militarizació n del Estado es el paso previo a la militarizació n de la nación. La lógica de la guerra es la que también impera en el partido único dictatorial. Mientras que en una sociedad política manifestar una opinión contraria al jefe de gobierno que uno apoya es lo más normal del mundo, en un orden dictatorial el hecho de disentir se convierte en causa de alta traición, así como la formación de fracciones o el seguimiento de corrientes de opinión, en un crimen. Y es obvio: en un estado de guerra, deliberar está prohibido y disentir es traicionar. Por esa razón el dictador suele ser más cruel con sus propios disidentes que con los enemigos que él intenta “pulverizar”. No extraña entonces que los sujetos más cercanos al dictador, sobre todo los llamados ministros, dan la impresión de ser verdaderos zombis, personajes sin ideas propias cuya única tarea es repetir incansablemente la última ocurrencia del dictador. Con ese tipo de gentes es imposible polemizar ya que además, viven muertos de miedo, miedo que intentan disimular con descargas de odio en contra de quienes amenazan la continuidad dictatorial. Han vendido su alma al diablo, y saben que sin el diablo sólo les espera el infierno. O la cárcel. Destruido el lenguaje político, el dictador, conocedor instintivo del valor de los símbolos, pasará a la fase más militar de su gobierno: la de la militarizació n de las masas a las que convertirá, simbólicamente, en tropas de combate, las que por ser tropas, no deben pensar. Y como el dictador odia a la democracia, odia a la diversidad, pues sin diversidad no hay democracia, ni tampoco pensamiento. La masa dictatorial no puede ser, por lo tanto, masa multiforme. La masa, como toda masa, deberá ser uni-forme. Esa es la razón que explica por qué la mayoría de los dictadores uni-forman a las masas, disfrazándolas bajo un sólo color, color que puede ser verde-oliva, negro, pardo, rojo. Y, dato curioso: los dictadores de tendencias fascistas tienen una extraña predilección por las camisas. Desde Hitler, pasando por Perón (los descamisados) , hasta llegar a nuestros días, la camisa ha sido uno de los símbolos preferidos de la uniformidad. El color único es evidentemente el símbolo del pensamiento único, que a la vez es la representació n del “pensamiento” del dictador. Y la uniformidad es el símbolo de la pérdida de la individualidad y de la diferencia. Encamisada la masa uniforme, la camisa, como en los manicomios, se convierte en una camisa de fuerza. Desde ese momento, la individualidad -uno de los bienes más preciados de la condición humana- es adsorbida por un colectivo puesto al servicio de la voluntad del dictador. En la masa, sus miembros ya no se pertenecen a sí mismos. Pasan, definitivamente, a ser propiedad del dictador quien posee a la masa sin compasión ni tregua. Vestidas las multitudes con un mismo color, creen quienes las forman que todos son iguales entre sí: ricos y pobres; negros y blancos; mujeres y hombres; flacos y gordos, todos unidos en un sólo color, que es el color de la dictadura. En el delirio que invade a las muchedumbres cuando aúllan frente al macho furioso que las domina y violenta, imaginan ser guerreros prestos a inmolarse: carne de cañón de la historia patria. En la falsa igualdad de las camisas –obsceno simulacro de una igualdad social que no existe en ninguna parte- asistimos a la capitulación del ciudadano frente a la barbarie; al de la razón frente a la locura: el triunfo glorioso del principio de la muerte por sobre el de la vida: la muerte del Eros y el triunfo de Thanatos. De ahí que las llamadas concentraciones políticas a las que convoca el dictador, son todo, menos políticas. Habiendo sido cerrado el espacio de la política mediante la prohibición real y simbólica de la diversidad, las concentraciones de masas devienen en verdaderas ceremonias seudo-religiosas destinadas a aclamar la presencia omnímoda del dictador. El dictador aparece entonces frente a “sus” masas como si aquello que tuviera lugar fuera la llegada del Mesías en gloria y majestad. La masa delirante se realiza frente a la presencia del dictador vociferante, al mismo tiempo que el dictador hunde su –casi siempre- gordo cuerpo en el océano uniforme de la masa. En ese momento apoteósico y delirante, la muchedumbre grita cada vez que el dictador grita. La manada regresa a su momento originario; toda palabra pierde sentido; sólo los sonidos son significantes. Y en medio del estruendo infernal de la catarsis colectiva, suele suceder que el dictador, sobre todo si se trata de un dictador electoralista, caiga en un estado de espasmódico orgasmo retórico. Ya sin límites, comienza a gritar que él es el pueblo; que el pueblo está en él, y todo se confunde en un sólo caos; la locura se apodera de las camisas uniformadas, mientras el dictador, el único, ya no habla con su voz. A través de la estridencia de su boca coprófaga, hablan los antepasados, los “padres de la patria” de quienes el dictador quiere aparecer como un enviado de ultratumba El climax del orgasmo colectivo es alcanzado cuando el dictador, ya fuera de sí, ofrece su vida a las masas que aúllan sin ton ni son frente a ese carnaval orgiástico y pre-histórico, simulacro de inmolaciones y sacrificios colectivos, de sangres imaginariamente derramadas, y de batallas que nunca existieron ni jamás existirán.

9. Quiénes, ajenos a la locura miran el ominoso espectáculo, son los mismos que saben que la farsa deberá alguna vez –quizás muy pronto- terminar. Y, como humanos que son, sólo desean que, Dios mediante, eso no termine tan mal como todo indica que así ha de suceder.

jueves, 5 de marzo de 2009

Ciudades Imaginadas


Baden Baden

Las calles de Baden Baden cumplen una función milimétrica dependiendo del momento del día. Su configuración espacial, una ciudad relativamente pequeña en medio de la selva negra germana, es la de ciudad turística que busca hacer de la experiencia un sitio de calma, de paz, de cordialidad calculada para respetar tu privacidad dentro de un aire, un ambiente conservador por excelencia. El promedio de edad que la visita es superior a los 50 años, sus instalaciones, sus calles, sus edificios estan pulidos para la gente de la tercera edad, para que el caminar sea un forma agradable de movilización para que las personas sientan que en Baden Baden prácticamente no tienen que pensar en “como llegar allá”.

Santiago de Chile

Movilizarse en Santiago sin carro es una odisea homérica. El habitante de los barrios debe tomarse unas cuatro horas diarias dentro del sistema de transporte. El metro especie de dormitorio refugia a los estudiantes que se sientan en el piso y las trabajadores que viven en barrios tan lejanos que no tienen nombre. Santiago es la ciudad de los centros comerciales nuevos, de los malls que todo lo ofrecen pagaderos a tres meses en cómodas cuotas mensuales. Es la ciudad de la desconfianza, de los cafés con piernas, de Donde Augusto donde el mar y sus exquisiteces parecen cobrar sentido. Santiago es el depósito de vinos del país. Lugar que asombra, en el día se escucha un león rugir a todo trueno en medio de la ciudad.




Rotterdam

Rotterdam oficialmente no tiene ghettos, pero se imagina así mismo de esa manera, en donde las urbanizaciones dicen de donde eres, que religión profesas, que comes y hasta donde quieres llegas. Es una ciudad nueva con habitantes que la recuerdan vieja, en una especie de nostalgia trágica que va desapareciendo en el olvido de los años. Rotterdam es soca y salsa, en las fiestas de los curazoleños en los muelles. Rotterdam es trabajo, creatividad, tristeza, invierno.

Santo Domingo

El “pulso” de Santo Domingo no se puede medir. Se esconde detrás de cada casa, de cada local, de cada persona. Todo el mundo tiene una historia y una música que tocar. Lo nuevo se mezcla con los viejísimo. La persona de color discrimina a la persona de más color, la confusión de sangres y acentos te hace sentir verdaderamente en el caribe. Caribe con C: el barrio que nunca duerme, el merengue permanente, el olor a pollo frito a plátano. Las mujeres que practican el nombre arte de caminar. Santo Domingo es lujo pero también extrema pobreza, pasión y descuido, viveza y desesperanza, humedad y calor. El “pulso” de Santo Domingo no se puede medir.

martes, 17 de febrero de 2009

LA PRIVATIZACION DE LA NOCHE: Hacia una sociología de la noche de los espacios urbanos.



¿Que sucede en la noche en términos de acciones humanas? ¿En que se diferencia del día? ¿Que sucede en lo cultural? ¿En lo económico o material? ¿Qué le sucede a espacio público y al espacio privado cuando la noche aparece como un factor sociológico? No son preguntas banales, sino parte de un compendio de ideas que algunos sociólogos, cronistas y planificadores urbanos se han hecho en los últimos tiempos.

Esta reflexión busca analizar el espacio público en la ciudad de Caracas durante la noche. Los “estudios nocturnos”, una nueva rama exploratoria de la sociología, permite explorar las actividades y las dinámicas sociales dentro de un momento especifico de tiempo como lo es la noche. Estos estudios no son azarosos, sino mas bien buscan interpretar la las opciones y oportunidades que tienen las personas para desarrollarse dentro de ciudades que funcionen bajo ciertas dimensiones espaciales, sociales y económicos durante lo nocturno. Algunas de estas dimensiones son:

Dimensión espacial: la sociología de la noche estudia el espacio público y privado en cuanto a su uso y aprovechamiento. El espacio cambia en las horas nocturnas. El espacio público (plazas, avenidas, parques, bulevares, teatros, etc.) en función al uso de los grupos sociales determina la posibilidad cierta de opciones de recreación, de relacionamiento social, en fin, del mejoramiento de la calidad de vida. En el caso de los espacios privados, el uso que tiene el espacio en una ciudad determinara en muchos casos las actividades económicas nocturnas, el grado de especialización de estas y el retorno a la ciudad y las comunidades en términos cualitativos y cuantitativos.

Dimensión Social: “lo nocturno” implica la posibilidad de encuentro y de búsqueda de actividades alternativas a las diurnas. Esta dimensión implica el estudio de los grupos sociales y el sentido y significado que le dan a lo nocturno como campo de acción. Lo social va más allá de los grupos sociales, pues implica también el uso social de los espacios públicos y privados y sus actividades en estos espacios. “Lo social” incluye lo afectivo, pero también la “anomia”, lo permitido vs. lo prohibido, entre otros elementos.

Dimensión económica: estudia lo que se ha denominado la economía nocturna (night –time economy), que se fundamenta en todas las actividades con fines de lucro que tienen su espacio y tiempo en la noche. La economía nocturna representa por una parte posibilidades de empleo que tienen características y funciones particulares así como un uso del espacio público y privado determinado por zonas o espacios “recreativos” “culturales” o “de seguridad”.


Dimensión Urbana: toca todos los temas relacionados con el uso del espacio
Público y la conformación de la ciudad. Lo urbano viene representado por el uso del espacio en términos de políticas públicas diseñadas específicamente para la noche. El mejoramiento de lo urbano en cuanto a convivencia, acceso a espacios y posibilidades de “mejorar” el uso de los espacios genera a corto y mediano plazo medidas que garantizan el libre transito, mayor seguridad y una ciudad mejor.


Dimensión Cultural: comprende todas las manifestaciones culturales urbanas que se suceden en la noche. Comprende la interpretación del sentido y del significado que le dan los grupos sociales en términos de costumbres, símbolos y practicas socales a la noche. Por ejemplo: el baile.

Estas dimensiones corresponden a líneas de estudio que pueden ser abordadas a la hora de estudiar lo nocturno pero que entre si están muy entrelazadas.

La pertinencia de estudiar “lo nocturno” invita a varias conjeturas teóricas (o hipótesis) iniciales:

El estudio del espacio publico en America Latina pasa necesariamente por entender las implicaciones de las medidas neoliberales y su impacto urbano en las ciudades.



  1. Entre algunos factores determinantes de estas medidas están aumentar la competitividad de las ciudades en base a su localización económica y las opciones que tienen como “centros especializados” o “polos de inversión”. (Castells - Portes)

  2. Dentro de las mismas ciudades el espacio adquiere una importancia fundamental. La división clásica entre espacio público y espacio privado determina la competividad de la ciudad para atraer inversiones, personas y negocios. También determina la calidad de vida de las personas sobretodo en términos socio –ambientales. (Bahia Blanca and Elwood)

  3. Existe una tendencia a la privatización del espacio público que reconfigura lo espacial en la ciudad y nos permite hablar de menos espacios públicos y espacios privados con propósitos determinados.

  4. Los espacios privados se concentran entonces en espacios que sean económicamente rentables, es decir que oferten productos y servicios que generan ganancias por el uso del espacio.

  5. La reducción del espacio público determina menos opciones (gratuitas – de todos) para el ciudadano.

  6. Hay una tensión permanente entre el espacio privado vs. el público. (Crawford and Vidal)
    En términos nocturnos el espacio se reconfigura en la medida en que la noche tiene un impacto psicológico, social y económico en las actividades que realizan los individuos. ¿Cuál es la definición de una ciudad nocturna? Es aquella que tiene espacios públicos y privados que directamente permiten opciones y oportunidades a los ciudadanos de realizar cualquier tipo de actividades en un ambiente de seguridad, costo diverso y respetando los gustos y preferencias de los grupos sociales.

  7. “Los espacios nocturnos” son definidos tentativamente por espacios de interacción social, cultural o económica en donde participan grupos sociales bajo ciertas costumbres y hábitos particulares que los diferencian de los “otros”. Lo nocturno tiene un elemento espacial, pero también cultural, a través de la utilización de símbolos, marcos referenciales y practicas sociales en relación al mismo espacio.

  8. Lo nocturno, los espacios que producen también pueden ser espacios de conflicto y anomia social, en donde la inseguridad este presente de diversas maneras. El espacio público cuando no se le garantiza un mínimo de condiciones urbanas se caracteriza por ser hostil al ciudadano.

  9. Los espacios nocturnos son puntos de encuentro de la ciudad para diversos grupos sociales. Las variables de condición socio – económica, raza, edad, genero, tendencia sexual, tendencia religiosa entre otras deben ser estudiadas dentro de este contexto de la noche.

  10. El espacio , como se sabe en estudios de geografía puede ser en muchos casos, demarcado por “fronteras visibles e invisibles” en donde las creencias, los hábitos y las practicas sociales tienen un punto de encuentro pero también de exclusión a ellos que son el “otro” por distintas razones a considerar.

  11. Las “geografías de la exclusión” son espacios públicos pero sobretodo privados en donde se excluye o segrega a grupos sociales y se concentran determinadas actividades. Son espacios “privados” o “privatizados” donde la entrada efectiva a ella depende de muchas variables económicas, sociales y culturales.

  12. Estos espacios nocturnos son claves para entender la dinámica de la ciudad como tal. Al ser puntos de encuentro y acción social, describen la ciudad en su nocturnidad dándole sentido y significado a la noche.

GGM 2009

jueves, 29 de enero de 2009

NIGHT QUOTES


“Night is more than what meets the senses. It is also more than the absence or negation of day. Night is a social product mediated by social relationships and practices, discursive and otherwise. Indeed, night is more than a time of day. It is also a space---or more appropriately, spaces---in which we live our lives.” Robert William

“Night is expressed culturally in often contradictory products. Stories, myths, literatures, and ideologies are filled with references to night: night as a time of repose with its conventional places for leisure and sleep; and night as a time of danger, even horror, with the darkness shrouding the Reason which emanates from the human use (and perhaps over-emphasis) on visuality”
Robert William.

“Women are often told to be extra careful and take precautions when going out at night. In some parts of the world, even today, women are not allowed out at night. So when women struggle for freedom, we must start at the beginning by fighting for freedom of movement, which we have not had and do not now have. We must recognize that freedom of movement is a precondition for anything else. It comes before freedom of speech in importance because without it freedom of speech cannot in fact exist.” The Night and Danger by Andrea Dworkin

“Night time transforms the condition of the walker. Everything implies risk. It implies the minimisation of spaces when we refer to mobility and escape routes. Space is minimised during the night, and the city whose public and private space is restricted during the day, grows even smaller the night. For those who lack funds, the number of possibilities and options is limited.” GGM

martes, 13 de enero de 2009

La homofobia de Lila...


VEAN ESTE VIDEO...

http://www.youtube.com/watch?v=z8KwSyawLeE

Youtube da para todo. En sus laberínticos archivos encontramos un testimonio sencillamente extraordinario. Uno de los iconos mas llamativos (por no decir sobre – explotados) de nuestro imaginario colectivo, de aquella Venezuela saudita y mayamera, manifiesta su opinión acerca de la homosexualidad. En una especie de Usted lo Vio de Globovision la diva maracucha nos muestra su verdadera esencia fascista y excluyente, ritualizando la exclusión social de la manera más definitiva: a través de la religión. Resulta que la Sra. Morillo, portadora de la bandera de la verdad divina nos priva de toda discusión. “Ser Gay es ir al infierno” trémula la diva con una convicción que recuerda la inquisición española, la intrascendencia chavista y la polarización reinante en el país. En aquella época eran los síntomas de lo que venia: la decadencia de las ideas, la justificación ideológica, la soberbia lingüística, el populismo sexual, la ignorancia mediática de personas que se creen superiores a otras porque tienen la palabra. (de Dios o de Fidel, da lo mismo). Todos los animales somos iguales, pero hay animales mas iguales que otros.
Lila tiene la verdad en su intepretación de la biblia. El entrevistador, famoso por su preferencias, nunca advino el torrente evangelico que le caia encima, pero con humor fino busco la manera de salir del discurso infantil de la entrevistada.

martes, 6 de enero de 2009

Cipriano Castro: exposición mesiánica


Invito a todos los interesados a la payasada expositiva que hicieron sobre Cipriano Castro en la Galería de Arte Nacional. Frente a detallados gráficos y documentos, mapas y misivas se hace un paralelismo tonto y fútil en torno al papel del imperialismo de 1900 y el del 2009. Vivimos en una época en donde el gobierno en un intento pueril de tener la razón, ahora aplica medidas orwellianas de intentar cambiar la historia y lo que es mas grave suprimir cualquier discusión crítica. La exposición de Castro, con textos inexactos pretende exaltar la figura del Cabito “defensor del nacionalismo venezolano”, como si no supiéramos que ese señor fue una caudillo mas que utilizó el nacionalismo como vieja paradoja populista. Fue un corrupto como la mayoría de los gobernantes anteriores y en ningún momento representa ejemplo para el país y sus ciudadanos. Ya lo decía mi profesor Sáez Mérida: Castro era un borracho, vividor, experto en orgías y en una corrupción típica de los compadrazgos de la época, uno mas de esos presidentes que caracterizaron el siglo S. XIX. El gobierno revolucionario a falta de héroes representativos, de iconos que ejemplifican los supuestos valores de la revolución, ahora exhibe la figura de Castro como ejemplo. Vaya ironía ¿Será acaso que la revolución bolivariana se parece mas de la cuenta al gobierno de Castro?