Nunca fuí un fan de El siglo de Oro español. En 4to año de secundaria leer a Gongora o a Calderon de la Barca me daba sencillamente sueño. No tenía la capacidad para apreciar el peso de cada palabra. Algunos años después comence otra vez a leer tímidamente "La vida es sueño" el Cid Campeador y algunos fragmentos del Quijote. Cuando apareció El Capitán Alatriste hace 15 años sentí que había regresado al feliz tiempo de Julio Verne o de cuando leía Dumas. Perez Reverte logró lo inpensable: recrear el siglo de Oro español conservando la belleza del idioma y dándole acceso a millones de personas a una nueva lectura de esa época. El Sol de Breda es mi favorita de toda la serie, en parte porque se desarrolla en los Países Bajos y en parte porque describe de una manera pasmosa los detalles de la guerra en esa época. Perez Reverte es un cinico de marca mayor, su genio consiste en transportar esa acidez a otras épocas y convertir el pasado, la historia, en una dura critica del presente de todos nosotros. Pocos personajes tiene la literatura como el Capitan Alatriste que junto con un imaginario Quevedo convierten las letras en piedras preciosas y la España de aquel entonces en un escenario digno de cualquier teatro.
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