“Comer fuera” en Caracas es
sumamente costoso. No es una percepción escuálida o una denuncia
contra-revolucionaria sino una verdad que nos compete en este articulo. El costo
de la vida hace de Caracas una de las ciudades mas caras de América Latina y
del Mundo, comparativamente tomando en cuenta la inflación y los sueldos de las
personas. Comer en la Caracas gastronómica es un acto de fe, una búsqueda
permanente de las famosas tres B: Bueno, Bonito y Barato. Es además una
variable de peso a la hora de definir un mapa de la gastronomía Caraqueña. Hay
zonas de Caracas donde es simplemente imposible para muchos acceder a la oferta
gastronómica.
El costo de una comida viene
asociado muchas veces al servicio que dan, el costo de la materia prima, lo
novedoso de la cocina (la propuesta del local) así como la exclusividad del
concepto del lugar. No es lo mismo un local de baja rotación, donde los
comensales puedan pasar un par de horas o mas comiendo, que un local de alta rotación donde el
servicio busca rotar las mesas lo más posible en la noche. La exclusividad
tiene un precio. El costo también se relaciona con la propuesta culinaria,
sitios de comida exótica o de comidas con muchas materias primas importadas se
supone que serán más caros.
“Lo caro” esta asociado también a los gastos operativos del local, el
IVA, el impuesto al lujo y la economía nacional. Vivimos en una economía
que no premia el emprendimiento, la competitividad y por lo tanto ofertar es
cada vez más difícil.
El resultado esta a flor de piel, mientras que Caracas
sigue siendo un lugar con una variedad gastronómica interesante, los precios
son tan caros como Nueva York, Lima o Roma. No exageramos. Camine usted por
Roma y encontrará varias decenas de locales con la tres B – que tienen años de
tradición culinaria - a 3 % de inflación anual. El venezolano le gusta comer
afuera pero el caraqueño se limita cada vez más. Solo un porcentaje pequeño de
los 5 millones habitantes de Caracas se puede dar el lujo de comer en la calle
todos los días. Simplemente las cuentas no dan.
Existe entonces una exclusión del
caraqueño a muchos lugares que “le gustaría ir” pero no puede. Las fronteras
geográficas caraqueñas no son solo municipales, sino de poder adquisitivo. Si
comer se convirtió en un lujo las excusas para hacerlo varían. La percepción
ocular de que los restaurantes están llenos es sospechosamente irreal: mucha
gente come afuera solamente los días inmediatamente que cobra su sueldo. Ante
el alza del fastfood sobran opciones
para comprar almuerzos rápidos cerca de la oficina: la comida rápida es cada
vez más casera, muchas personas llevan su almuerzo hecho de su casa.
El caraqueño hace un esfuerzo
inmenso entonces por hacer del ritual de comer afuera un celebración que se
comparte con familiares y amigos. Graduaciones, despedidas o ascensos, un
almuerzo de la familia extendida son todas excusas validas para buscar “un
sitio donde se coma bien y te atiendan”.
La apuesta es hacer de la oferta
gastronómica en Caracas una oferta para todo tipo de públicos. Una oferta que
permita al caraqueño una buena comida de calidad, con un buen servicio y a un
precio accesible. Una red de restauradores que nos hable a todos los caraqueños
y que tengan un concepto de una Caracas gastronómica es vital para el futuro.
Se trata de cobrar lo justo para lograr nuevas propuestas culinarias, se trata
de mejorar la oferta – cada vez vemos más el menú ejecutivo aparecer como
alternativa al plat de jour – sin
desmejorar la calidad. Igualmente al trabajar con ingredientes locales
comenzamos a ver propuestas interesantes de rescate de comida casera caraqueña
que utiliza ingredientes de la estación de turno.
Es realmente satisfactorio llegar
a un local y ver que existe uno o dos platos del día que son hechos con esmero
que recuerdan viejos sabores y que no son costosos. La posibilidad real de
comer afuera, cada vez mas excluyente para el caraqueño – tiene oportunidades
en los locales mas humildes o hasta en los más caros que tratan en lo posible
de innovar su cocina y por ende su precio.