Una ciudad creativa también se conoce por sus sabores. Hay una
relación directa entre la oferta que tiene una ciudad en materia gastronómica y
su capacidad para generar empleo, economía y turismo. Imaginarse una Caracas meca cosmopolita de la gastronomía no es difícil, si existieran ciertas
variables que lo hicieran posible.
La ciudad se entiende de muchas maneras. Caracas nocturna,
Caracas cuna del libertador, Caracas verde en el caso de la ciudad positiva.
Caracas violenta e insegura, Caracas caótica y llena de tráfico, Caracas la
ciudad de la tristeza cuando hablamos de la ciudad negativa. Pero la gente a
veces se olvida de utilizar todos los sentidos. Hay sin duda una Caracas de los
sabores, que polemiza consigo misma, que guarda secretos en locales
desconocidos, de platos que sólo que se consiguen algunos días de la semana. Por
ejemplo detrás de más de una docena de clubs de diferentes nacionalidades se
pueden conseguir platillos que son definitivos al paladar.
Caracas tiene muchos sabores. Tiene en primer lugar una
total veneración a las frutas que nos llegan de todas partes del país (ahora
del mundo) y/o que se cultivan en nuestra ciudad. El caraqueño come fruta, sin
darse cuenta muchas veces, según las estaciones, disfruta el mango, la piña, la
parchita a través de una infinitud de maneras. Los Caraqueños tenemos una
veneración hacia los jugos de frutas. Hacemos de ellos algo casi diario – lo tomamos
con agua – les hacemos tributo con arepas, cachapas y comidas criollas.
Igualmente rendimos tributo a las frutas a través de los postres – somos afines
a los “pie´s”, las tartaletas, los “mousse” y las tortas mas simples pero deliciosas
de guanábana, piña o cambur.
Caracas tiene muchos sabores que son fuera de nuestras
fronteras. Quizás es la única ventaja competitiva con otras ciudades del
interior. Nuestros sabores son italianos, uruguayos, árabes, gallegos, chinos, portugueses, canarios, vascos,
japoneses, y últimamente iraníes, turcos y peruanos. No es una contradicción
que una ciudad tenga sabores de otras partes del mundo, más bien es una
bendición. Caracas tiene todos los
sabores compactados en una gastronomía genialmente autentica. La cocina
española en Caracas (algo brusca y básica) tiene representaciones de casi todas
las regiones. La árabe ofrece sorpresas pero también tradiciones. Es una comida
que va de acuerdo con nuestro clima tropical. Nuestras carnes van acompañadas
de la sapiencia uruguaya y argentina, la comida china es quizás la mejor del
continente con la excepción de Perú. Nuestro sushi tiene mucho que decir. Y
Caracas gastronómica se reinventa cada cierto tiempo con nuevos sabores. Últimamente
los sabores turcos que se desprenden de la Avenida Victoria son únicos.
También hay que hablar (mal y bien) de la comida criolla que se consigue en Caracas. Comparativamente se dice que en Caracas se come mal comida criolla comparada con otras ciudades. Sin embargo hay que ser positivo. Hay sopas maravillosas en Caracas. Hay dulces para todos los gustos. Hay sitios antológicos como el Rest. Jaime Vivas – 93 años de cocina caraqueña. Hay nuevas aportaciones, escuelas de cocinas, aprendizajes y fusiones caraqueñas con cocinas regionales y globales – la cocina criolla caraqueña cuyo epicentro reside en el CEGA pero también en los fogones de abuelas que nos divierten con sus sabores únicos quedan en la memoria de todos nosotros. Gracias a mi abuela materna descubrí el significado de las sopas – mondongo, sancochos y hervidos son parte de mi rosario culinario. Exploré con mi abuela los guisos de carne y pollo, el uso variadísimo uso del plátano en cada comida, el sabor de los vegetales menos conocidos y una actitud definitiva ante la vida: hay que probar de todo. Creo (imagino) que el caraqueño se ha acercado a los sabores de esta manera probando todo lo que la globalización y lo local le ofrece. Al probar de todo nuestra fusión de sabores se resume en una amplitud de posibilidades y creaciones culinarias. Las hamburguesas, como en otras partes de Venezuela, han sido re-inventadas por los caraqueños a unos niveles insospechados y deliciosos.
Los sabores de
Caracas se definen no sólo por la variedad y nuestros sabores únicos sino también
por la forma como construimos nuestra geografía gastronómica. Caracas frente a
la inseguridad, la exclusión, el miedo y la falta de transporte público se ha
convertido en muchas Caracas excluyentes o impenetrables. El centro ahora “no
es de todos” y es poco comercializado – no hay premios para aventurarse mas
allá de lo “conocido” o lo que en muchos casos podemos pagar. Comer afuera se
ha vuelto un lujo – creando otro mapa gastronómico entre lo que puedo comer y “lo
que puedo pagar”. En otro artículo tocaremos este punto. Lo cierto es que
nuestro croquis de la ciudad nos impide ver muchas veces otras alternativas. La
Caracas gastronómica que imaginamos, no podrá existir hasta que derrumbemos
muchos de esos escollos.
La Caracas de los sabores sin embargo sigue allí latente, en
alguna tasca con una fachada fea que hace el mejor cocido gallego – en algún
antro de comida colombiana donde el chicharrón es rey o de cocina criolla donde
todavía se hace lengua en salsa – o en los fogones de un chef que regreso a
Venezuela por la sencilla razón de que no encontraba ají dulce en Paris, Nueva
York o Santiago.
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